Comenzó la Semana Santa 2022 con la eucaristía de la Bendición de los Ramos, y en los siguientes días los católicos y cristianos recordaran todos los eventos vividos por Jesús antes de acercarse a su pasión, su muerte y su resurrección.
Estos últimos días en que el hijo de Dios, encarnado en María, se dedicó a compartir valores como el amor, la fraternidad y el perdón con sus discípulos y hermanos, también es un tiempo propicio para que quienes fuimos salvados por él, en correspondencia a su sacrificio, oremos y reflexionemos para recuperar la relación con Dios, con nuestros hermanos, consigo mismos, y demás seres de la naturaleza.
A continuación, te dejamos diez bonitas oraciones que puedes realizar en esta semana, o porque no, compartirlas con demás personas para que la fuerza del amor y de la fe, nos lleve al padre y a su hijo.
Diez oraciones para Semana Santa 2022
Del Diario de Sta. Faustina Kowalska:
1. “Mi misericordia es más grande que tu miseria y la del mundo entero ¿Quién ha medido Mi bondad? Por ti bajé del cielo a la tierra, por ti dejé clavarme en la cruz, por ti permití que Mi Sagrado Corazón fuera abierto por una lanza, y abrí la fuente de la Misericordia para ti. Ven y toma las gracias de esta fuente con el recipiente de la confianza. Jamás rechazaré un corazón arrepentido, tu miseria se ha hundido en el abismo de mi misericordia ¿Por qué tienes miedo y tiemblas cuando estás unida a Mí? ¿Quién se atreve a tocarte cuando estás Conmigo? El alma más querida para mi es la que cree fuertemente en mi bondad y la que me tiene confianza plenamente; le ofrezco mi confianza y le doy todo lo que pide. Tu corazón es el cielo para mí”.
2. “Dios se ensucia las manos con nosotros, con nuestros pecados y fragilidades. No se avergüenza. Y no nos abandona. Señor Jesús, te damos gracias por este don que supera todo deseo y nos desvela tu misericordia. Tú nos has amado, no sólo hasta darnos la salvación, sino hasta hacernos instrumentos de salvación. Mientras tu cruz da sentido a todas nuestras cruces, a nosotros se nos da la gracia más grande de la vida: participar activamente en el misterio de la redención, ser instrumentos de salvación para nuestros hermanos. [Meditación del Via Crucis del Viernes Santo en Roma, 2016], Papa Francisco”.
3. “María…Donde todos hubiesen visto una locura, Tú viste un horizonte. Donde muchos hubiesen visto un imposible, tú intuiste la promesa de Dios. Donde tantos se hubiesen estremecido ante la perspectiva y hubiesen exigido más pruebas, más seguridades o más garantías, tú exclamaste: “Hágase”. Donde la ley era la referencia y la condena, tú fuiste capaz de cantar la grandeza del Dios que está con los más pequeños y desfavorecidos, rompiendo moldes y órdenes establecidos. Donde todo era convencional, tú, María, con una acogida hecha al tiempo de ignorancia y valentía, de confianza y entrega, fuiste capaz de colaborar con Dios de un modo radical. Hoy te pido: Ayúdame, madre, a ser como tú…Capaz de decir en mi vida: “HÁGASE”… María. Que sea capaz de acoger el misterio que encierra cada ser humano. Que me deje afectar por su dolor, su búsqueda, sus anhelos…”
4. “Señor Jesús, De nuevo tiene uno la sensación de que esta situación de conflictos, de injusticias, de desafíos constantes a la Paz y a la convivencia, de gravísimas ofensas a los derechos humanos de tantos, de tanta indiferencia, de tanto deseo de independencia y separatismo, de tanto integrísimo y radicalismo… de que todo esto y más nos va a estallar en las manos. Señor Jesús, vivimos en tinieblas. O las tinieblas están cubriendo cada vez más terreno a nuestro alrededor. Necesitamos que vengas. Necesitamos que seas la Luz que alumbre a las naciones, a sus gobernantes, a todas las mujeres y hombres. Señor Jesús, acompaña nuestra vida, hazte presente en medio de nosotros, sé luz para nosotros, sé el motivo de nuestra vida. Señor Jesús, luz para alumbrar a las naciones, ilumínanos, resplandece por medio de nuestras palabras, obras y gestos solidarios. Fundamenta nuestra vida. Vivifica nuestros fundamentos. Sé luz para nosotros. Amén”.
5. “Evita las preocupaciones, las angustias y los pensamientos sobre lo que pueda suceder mañana. No estropees mis planes, queriéndome imponer tus ideas. Déjame ser Dios y actuar con libertad. Abandónate confiadamente en mí. Reposa en mí y deja en mis manos tu futuro. Dime con calma: “Jesús, confío en ti”. Necesito las manos libres para poder obrar. No me ates con tus preocupaciones inútiles. Las fuerzas de la oscuridad quieren agitarte, angustiarte, quitarte la paz. Confía solo en Mí, abandónate en Mí. Dime frecuentemente: “Jesús, confío en ti” Déjate llevar en mis brazos divinos, no tengas miedo. Si crees que las cosas empeoran o se complican a pesar de tu oración, sigue confiando, y verás grandes milagros -te lo prometo por mi amor. Continúa diciéndome a toda hora: “Jesús, confío en ti”.
6. “Dios omnipotente y misericordioso, Señor del Universo y de la historia humana. Todo lo que has creado es bueno, y tu compasión por el hombre, que te abandona una y otra vez, es inagotable. Venimos hoy a implorarte que ampares al mundo y a sus habitantes con la paz, alejando de él el destructivo oleaje del terrorismo, restaurando la amistad y derramando en los corazones de tus criaturas el don de la confianza y la prontitud para perdonar. Dador de la vida, te pedimos también por todos los que han muerto, víctimas de los brutales ataques terroristas. Concédeles la recompensa y la alegría eternas. Que intercedan por el mundo, sacudido por la angustia y desgracias. Jesús, Príncipe de la Paz, te rogamos por los heridos en los ataques terroristas: los niños y los jóvenes, las mujeres y los hombres, los ancianos, las personas inocentes y los que han sido agredidos por casualidad. Sana su cuerpo y el corazón, que se sientan fortalecidos por tu consuelo, aleja de ellos el odio y el deseo de la venganza. Santo Espíritu Consolador, visita a las familias que lloran la pérdida de sus familiares, víctimas inocentes de la violencia y el terrorismo. Cúbreles con el manto de tu divina misericordia. Que encuentren en Ti la fuerza y el valor para continuar siendo hermanos y hermanas de los demás, especialmente de los extranjeros y los inmigrantes, testimoniando con su vida tu amor. Mueve los corazones de los terroristas para que reconozcan la maldad de sus acciones y vuelvan a la senda de la paz”.
7. “Dios, Eterno Padre, escucha compasivo esta oración que se eleva hacia Ti entre el estruendo y la desesperación del mundo. Llenos de confianza en tu infinita Misericordia, confiando en la intercesión de tu Santísima Madre, […]nos dirigimos a Ti con gran esperanza, suplicando el don de la paz y pidiendo que alejes de nosotros el látigo del terrorismo. Por Jesucristo, nuestro Señor Amén. [Oración del Santo Padre Francisco en la Basílica de San Francisco en Cracovia, día 30 de julio de 2016]”.
8. “Señor mío, ya caminamos la Semana Santa, esta semana grande donde conmemoramos lo mejor de tu vida, tu amor llevado al extremo. Saberlo, me llena de vértigo. No sé cómo vivirla, no sé cómo hacer para que no se me pase de largo. Te pido me des la gracia de poder acompañarte…Con vos poder decidir subir a Jerusalén. Con vos poder entrar triunfante el Domingo de Ramos para que el corazón se ensanche. Con vos compartir la última cena… que me laves los pies, y que el corazón se me estruje ante semejante acto de amor. Con vos compartir la mesa, compartir el pan y el vino…Con vos orar en el monte de los olivos, y mientras entregás tu voluntad al Padre, acompañarte con la oración, estando como mejor me salga. Con vos recibir el beso de Judas, y salirle al encuentro al Pedro desesperado que impulsivamente agarra la espada. Con vos sufrir la incomprensión y la envidia de los poderosos, los juicios injustos y la impotencia del poder. Con vos padecer la flagelación y la coronación de espinas. Con vos ir camino con la cruz, y poder ser esa Verónica que enjuga tu rostro. Ser las mujeres que te acompañan en el camino, ser Juan que permanece en la cruz, y a quien le confiás a tu Madre, ser como María que en medio del dolor sabe que la Vida siempre puede más, ser como el ladrón que sabiéndose pecador, pide misericordia, ser Juan de Arimatea que arriesga su vida por pedir tu cuerpo muerto, ser el centurión y que caiga de rodillas al descubrir tu grandeza y con él decir “verdaderamente éste es el Hijo de Dios”, ser María Magdalena que corre a verte en el sepulcro, y se sorprende con que ya no estás ahí”.
9. La muerte ha sido vencida, y llamándome por mi nombre, me das una nueva vida. ¡Amén! Dios amoroso, Tú nos muestras con ejemplo cómo amar a los demás. Hoy mientras celebramos el Jueves Santo recordamos cuando lavaste los pies a tus discípulos. Danos la fuerza para lavarnos los pies mutuamente, no sólo en esta ceremonia de hoy, sino en todos los momentos de nuestras vidas. Que nosotros como familia, volvamos a comprometernos al servicio de los demás. Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor. Amén”.
10. Señor de la Gloria, proclamamos tu muerte y esperamos siempre tu resurrección. Mientras contemplamos tu cruz, el árbol en el que te clavaron para que tengamos vida, que seamos siempre conscientes de la vida que nace de la muerte, la luz que sale de la oscuridad y la esperanza que elimina el miedo. Acércanos a ti, para que podamos conocer la gloria que tu Cruz señala. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Ñapa:
“Amado Dios, Celebramos este día de alegría y regocijo, al disfrutar de la profundidad de tu amor revelado en una tumba vacía. Que nosotros como los discípulos, nos apresuremos para compartir las noticias de la Resurrección con todo aquel que nos encontremos. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.”