El suicidio en la tercera edad es un problema alarmante y, a menudo, ignorado. Mientras que gran parte de la atención se centra en los jóvenes, las personas mayores también afrontan desafíos significativos que les pueden llevar a esta trágica decisión. Entender y abordar esos factores es crucial para mejorar su calidad de vida y bienestar mental.
Un problema invisible
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que la tasa de suicidios entre los mayores de 70 años es más alta que en otras franjas de edad en casi todos los países. Esto subraya la necesidad urgente de prestar atención a este sector de la población.
Como explicaremos detalladamente más adelante, los factores de riesgo comunes incluyen el aislamiento social, la soledad no deseada, la depresión, la desesperanza, el dolor crónico y las enfermedades debilitantes. Son circunstancias que a menudo pasan desapercibidas o no se tratan adecuadamente.
“La vida está dividida en tres términos: lo que fue, lo que es y lo que será. Aprendamos del pasado para beneficiarnos del presente, y del presente para vivir mejor el futuro”.
Estas palabras del poeta inglés William Wordsworth (1770-1850) resaltan la importancia de aprender de las experiencias para mejorar las condiciones de vida de nuestros mayores.
Factores de riesgo
Los condicionantes que han mostrado mayor probabilidad de estar asociados a la conducta suicida en esta franja de edad son:
Cómo se puede prevenir
La prevención del suicidio en la tercera edad requiere un enfoque integral y compasivo. Aquí explicamos algunas estrategias clave:
Un llamamiento a la acción
En conclusión, la prevención del suicidio en la tercera edad requiere la colaboración de familias, comunidades, profesionales de la salud y legisladores. Poner en marcha estrategias efectivas y compasivas puede ayudar a que nuestros mayores vivan con el respeto y la dignidad que merecen.
Como escribió Victor Hugo (1802-1885) en Los miserables:
“La mayor felicidad de la vida es la convicción de que somos amados. Amados por nosotros mismos, o más bien, amados a pesar de nosotros mismos”.
Al garantizar que las personas mayores se sientan valoradas y amadas, podemos marcar una gran diferencia en sus vidas.
Por Teresa Bobes-Bascarán, Profesora Asociada en Ciencias de la Salud. FEA Psicología Clínica. SESPA. CIBERSAM. ISPA. INEUROPA, Universidad de Oviedo
Este artículo se vuelve a publicar de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.