Una iglesia más se unió a la serie de templos católicos que han sido quemados en retaliación por el hallazgo de más tumbas de niños indígenas que sufrieron vejámenes y fueron conducidos a la muerte por parte de miembros al servicio de la iglesia católica en territorio canadiense.
La ola de incendios de iglesias en este país, no han parado desde que se supo del hallazgo de más de 1.000 tumbas de niños pertenecientes al pueblo ancestral indio, que de manera forzosa fueron desaparecidos entre los años de 1912 y 1970, cuando estos eran enviados a internados con el propósito de adoctrinarlos en nuevas costumbres, lejos de sus tradiciones, idioma, religión y cultura.
Según Infocatolica, a las 3:00 a.m de la madrugada del miércoles 30 de junio, los bomberos acudieron a un incendio en la parroquia de San Juan Bautista, en la localidad de Morinville (Alberta). La iglesia tenía más de 100 años y fue destruida por el fuego.
Según Iaian Bushell, director general de infraestructuras y servicios comunitarios de la ciudad de Morinville, “el fuego estaba actuando desde el sótano cuando llegaron los primeros equipos de bomberos”, que vieron que el edificio había empezado a derrumbarse. ·Es uno de los edificios más grandes. Se trata de una construcción muy antigua, con mucha madera, por lo que el incendio se propagó muy rápidamente y fue muy difícil de combatir·, declaró a CTV News Edmonton.
Según Bushell, los bomberos de cinco zonas diferentes acudieron a ayudar en la extinción de las llamas. Bushell dijo que “el momento es desafortunado”, pero se abstuvo de calificar el incendio de deliberado. “Dejaré que el investigador de incendios se ocupe de ello”, dijo a CTV.
Así mismo, en este mismo día se informó de un incendio que se extinguió antes de que causara daños en la iglesia de Santa Kateri Tekakwitha, en las tierras de la Primera Nación Sipekne’katik, en Nueva Escocia. A diferencia de otros incendios recientes, que se produjeron en las provincias occidentales de Columbia Británica y Alberta, el incendio se produjo en la provincia marítima de la costa este de Canadá.
A las 4:20 de la mañana, los bomberos y la Real Policía Montada de Canadá de Indian Brook respondieron a los avisos del incendio en la parroquia de Santa Kateri Tekakwitha. La iglesia se encuentra a unas 40 millas al noreste de Halifax, la capital de Nueva Escocia. El incendio ha sido descrito como “sospechoso”.
John Stevens, portavoz de la Archidiócesis de Halifax-Yarmouth, dijo a CNA que “el Centro Cultural y de Curación Katilin, adjunto a la iglesia, resultó dañado”, pero añadió que “afortunadamente, nadie resultó herido”.
“El Departamento de Bomberos Voluntarios acudió rápidamente al lugar de los hechos y estamos agradecidos por su rápida respuesta”, dijo, y añadió que “la Policía Montada está investigando el asunto. El arzobispo Dunn visitó el lugar esta mañana y pide que tengamos a todos los implicados en nuestras oraciones”. Puntualizó.
El cabo Chris Marshall, portavoz de la policía, dijo que no está seguro de qué fue lo que provocó que el incendio se considerara “sospechoso”, pero añadió que se examinarán las imágenes de las cámaras de vigilancia cercanas al incidente.
Anteriormente, por el día sábado, otras dos iglesias habían sido objeto de atentado. Los templos de Santa Ana y de Chopaka, situadas en territorios de pueblos autóctonos de Columbia Británica, fueron incendiadas con una hora de diferencia, según informó la policía federal.
“Ambas iglesias fueron destruidas”, dijo en un comunicado el sargento Jason Bayda, de la Policía Montada de Canadá. El conteo ya va en cinco iglesias reducidas a cenizas, como lo muestra el siguiente video, publicado en la cuenta de Twitter de Actualidad RT:
Las autoridades consideran que los incendios del sábado pasado son “sospechosos” y están buscando “si están relacionados con los incendios de iglesias del 21 de junio en Penticton y Oliver”, dijo el sargento.
Entre tanto, por medio de Infocatolica se dio a conocer que políticos de ámbito local y nacional se pronunciaron contra los repetidos incidentes de incendios en iglesias de Canadá.
“Es espantoso ver cómo se queman y vandalizan las iglesias en Canadá”, dijo Erin O’Toole, líder del Partido Conservador de Canadá, en un tuit el lunes. “Todos tenemos trabajo que hacer en el camino de la reconciliación, y estos actos socavan las importantes discusiones sobre cómo avanzar”, dijo. “Es necesario que se detenga”.
Sus comentarios fueron secundados el miércoles por Jason Kenney, el primer ministro de Alberta. “Condeno lo que parece ser otro violento crimen de odio dirigido a la comunidad católica”, dijo Kenney. “La centenaria église de Saint-Jean-Baptiste era el corazón de Morinville, y una parte clave de la historia y la vida espiritual de la comunidad francófona de Alberta”, añadió.
¿Qué desencadenó esta oleada de incendios contra las iglesias?
El hecho se remonta al pasado cuando en reportes se da cuenta de los tratos inhumanos en contra de unos 150.000 niños amerindios, mestizos e inuit que fueron apartados de sus familias, su lengua y su cultura, y reclutados a la fuerza en 139 internados de todo el país hasta la década de 1990.
“Estas escuelas tenían un índice notoriamente alto de abusos sexuales y físicos, enfermedades, desnutrición y negligencia que contribuyeron a la alta tasa de mortalidad”, dijo Tricia Logan, directora de investigación del Centro para la Historia y el Diálogo de los Internados para Indígenas de Vancouver, a la AFP, el 17 de junio, según informó El Espectador.
Así, los incendios de iglesias son a causa del descubrimiento de estas últimas 182 fosas, que se suman a las halladas a finales de mayo cuando los tk’emlúps te secwépemc, otro grupo indígena de la Columbia Británica reveló el hallazgo de los restos de al menos 215 niños indígenas en la antigua residencia escolar de Kamloops. Al igual que en la semana anterior, cuando otro grupo de la provincia occidental de Saskatchewan, los Cowessess, anunciaron que habían encontrado 751 tumbas sin identificar en la escuela residencial Marieval.
Es de señalar que entre estos dos cementerios hallados, solo hay 1.200 kilómetros de distancia que los separan, sin embargo, señala El Diario, que hay más por todo el país, como vestigios de una política racista de asimilación a través de colegios que a menudo acabó en muerte y por la que pasaron 150.000 menores de las primeras naciones de Canadá.
“Durante más de un siglo, los objetivos centrales de la política indígena de Canadá eran eliminar los gobiernos aborígenes, ignorar sus derechos, terminar los tratados y, a través de un proceso de asimilación, provocar su extinción como entidad legal, social, cultural, religiosa y racial diferente”, señala en su primera frase el informe de la Comisión Verdad y Reconciliación de Canadá, publicado en 2015.
“El establecimiento y funcionamiento de las escuelas-residencia fueron un elemento central de esta política, que se puede describir mejor como genocidio cultural”, sostiene el documento. El sistema comenzó oficialmente en 1883 y el último centro cerró en 1996, aunque la mayoría ya lo había hecho en los años 80. Llegó a haber 130 de estos centros y muchos de ellos estaban dirigidos y gestionados por la Iglesia católica.
“Estos hallazgos son solo la punta del iceberg. Lamentablemente, vamos a ver más y más”, informa El Diario, en declaraciones de Heather Bear, vicepresidenta de la Federación de Naciones Indias Soberanas, representante de los 74 grupos indígenas de Saskatchewan. “Esto es solo el comienzo y creo que estamos destapando un legado para Canadá”.
¿Cómo era el funcionamiento de estos internados religiosos?
De acuerdo De la Fuente citada anteriormente, narra una historia que comenzaba con una carta de las autoridades o con el cura, policía o agente indio de turno presentándose en casa. Los padres estaban obligados a enviar a sus hijos a estas ‘escuelas’ y les amenazaron con ir a la cárcel si no los mandaban. Muchos de esos menores fueron trasladados a lugares remotos, las visitas estaban limitadas y muy controladas y a los hermanos se les separaba. Todo con el objetivo de romper lo máximo posible con su identidad de indígena y matar así al indio que había dentro del niño.
A su llegada se les cortaba la trenza (que a menudo tenía un significado espiritual), se les cambiaba la ropa por un uniforme y sus nombres indígenas por otros occidentales. Se les prohibía hablar en su lengua materna y en ocasiones tenían que hacer trabajo forzado para “financiar el funcionamiento de las escuelas”, según detalla el informe.
En algunas escuelas también eran esposados, maniatados, golpeados, encerrados en sótanos y otras cárceles improvisadas o exhibidos en cepos, señala el documento. Además, muchos sufrieron abusos sexuales. Las condiciones sanitarias tampoco eran las adecuadas y muchos de los niños fallecidos murieron por enfermedades, especialmente tuberculosis. Según los datos de la comisión, al menos 4.100 niños murieron en los internados, aunque la cifra real probablemente es mayor.
Durante la mayor parte de la historia de estos centros, la política general era no devolver los cuerpos a las familias, que incluso no recibían ninguna notificación. En cerca de la mitad de los casos no se registró la causa de la muerte. Bear denuncia que ni Canadá ni la Iglesia han entregado los registros oficiales de los centros para saber el alcance de las muertes.
“No podemos permitirles suavizar esto más de lo que lo han hecho. Hay centenares de niños de los que no sabemos nada”, dijo.
La comisión también recogió múltiples testimonios de abusos sexuales, como el de Marie Therese Kistabish: “El cura me dijo que me arrodillase. Lo hice y empezó a levantarse la sotana. Era una túnica negra larga. Yo empecé a llorar y gritar para que me dejase ir”. Otros relatan en detalle tocamientos, violaciones, amenazas, entre otras.
“Fue un holocausto de nuestros niños. Eran campos de concentración”, dice Heather Bear. “La Iglesia y el Estado tienen que reconocerlo. Recibimos una disculpa de Canadá, pero realmente no hemos abordado el genocidio de nuestro pueblo. El Papa ni siquiera se ha disculpado y admitido que ocurrieron atrocidades a manos de curas y monjas”.
Por su parte, Bobby Cameron, jefe de la Federación de Naciones Indígenas Soberanas criticó el abuso sistemático a la que fueron sometidos los menores: “Miles de niños indígenas fueron víctimas de abuso emocional, físico y sexual en estas residencias escolares. Fueron mal alimentados, avergonzados y golpeados por hablar sus lenguas y despojados de su cultura, tradiciones e identidad”, manifestó, según informó France 24.
La historia de un sobreviviente
En entrevista con la Agencia Anadolu, Henry, de 84 años, recordó sus años en la escuela residencial Instituto Mohawk en la ciudad de Brantford, Ontario. “Pasé 11 años aquí en la escuela residencial, desde 1942 hasta 1953”, aseguró.
El miembro de la comunidad indígena Seis Naciones dice que tenía seis años cuando lo llevaron a la escuela y 17 años cuando salió. Agregó que sus hermanos, un hombre y dos mujeres también fueron llevados a la escuela mientras él se encontraba ahí. Recuerda que su hermano encontró una manera de escapar de la escuela y nunca regresó, y que no pudo ver a sus dos hermanas a pesar de estar en la misma escuela.
Henry señaló que esas 139 escuelas en todo el país se abrieron para agrupar a los niños indígenas, para “cambiar su idioma, cultura y creencia”. “Mi familia no cree en la iglesia”, como nativos, afirmó, tienen sus propias creencias.
Henry dice que no vio ninguna tumba durante su estadía en la escuela, pero asegura que siempre se hablaba sobre las tumbas clandestinas ubicadas en una granja detrás del centro educativo.
“Todavía estamos exigiendo que esta área sea registrada con radar. Todos los terrenos aquí y todas las escuelas de Canadá ”, dice. Para Henry los cuerpos de todos esos niños deben registrarse y sus ceremonias fúnebres deben realizarse de acuerdo con sus creencias. Henry afirma que debe haber justicia para todos los niños, “esas escuelas eran como cárceles para niños”.
“No cometimos ningún delito. Solo ser nativos. Supongo que ese es nuestro crimen”, subrayó.
De otro lado, el pasado 6 de junio el Papa Francisco se refirió al tema en su homilía dominical para pedir esclarecimiento de los hechos ocurridos en el país.
“Me uno a los obispos canadienses y a toda la Iglesia Católica en Canadá para expresar mi cercanía al pueblo canadiense traumatizado por la chocante noticia. El hallazgo incrementa la conciencia del dolor y del sufrimiento del pasado. Que las autoridades políticas y religiosas de Canadá sigan colaborando con determinación para aportar luz sobre ese triste suceso y se comprometan con humildad a recorrer un camino de reconciliación y sanación”, ha dicho tras el ángelus.
“Estos momentos difíciles son un fuerte llamamiento para todos nosotros, para alejarnos del modelo colonizador, también de las colonizaciones ideológicas de hoy, y para que caminemos juntos en el diálogo, el respeto recíproco, en el reconocimiento de los derechos y el valor cultural de todos los hijos e hijas de Canadá”, ha continuado.
Finalmente, el Papa invitó a los fieles encomendar al Señor las almas de todos los niños que murieron en los internados de Canadá y a rezar por las familias y comunidades nativas canadienses, que se encuentran sumidas en el dolor. “Recemos en silencio”, dijo.
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